Carla Roset

Es de Vinaròs y su afición al tenis nació también en este pueblo de Castellón, donde empezó a jugar los fines de semana y en verano. Se le daba tan bien que pronto llegaron los torneos en Barcelona y su fichaje por el Club Tenis Barcino. Oteadores de la Real Federación Española de Tenis la descubrieron como una jugadora completa y constante, que siempre estaba entre las tres primeras de su edad. A los 15 años fue una de los ocho jugadores españoles, los mejores de su generación, que la Federación becó para el CAR de Sant Cugat. Allí entrenó, estudió y convivió con otros deportistas durante dos años, hasta que al cumplir la mayoría de edad ya no disfrutaba con el tenis y lo dejó. Lo reemplazó por la carrera de Derecho, que compaginó con el trabajo de entrenadora en el Real Club de Tenis Barcelona. Como abogada ha ejercido en temas de Derecho civil y de protección de datos, hasta que le llegó la propuesta del TEC y la balanza se decantó por el tenis.

Aunque se guarda la carta del Derecho bajo la manga, por ahora prefiere ser entrenadora de chicas jóvenes. Con ellas es meticulosa con la técnica, exigente y empática porque sabe, por propia experiencia, lo que están viviendo y eso le da la capacidad de ponerse en sus bambas. Fuera de la pista le espera su precioso Goldendoodle marrón con el que regresó, de forma inesperada, de un viaje al US Open de Nueva York.