Sus padres jugaban en el Club de Tenis Sant Boi y es donde empezó a aficionarse en una época de más slow life, donde pasarse el fin de semana en el club, jugando y socializando, ya era suficiente estímulo. Su progresión hizo que le fichara el Club de Tenis Barcino, y allí se dio cuenta de que le gustaba competir y estar en el circuito. Jugó para la Federación Catalana de Tenis y entrenó en varias academias hasta que su nivel se estancó a los 25 años, cuando la ansiedad por escalar en la clasificación jugaba en su contra. Valoró dejarlo y ponerse a trabajar pero optó por prescindir de un entrenador, para ahorrar gastos, e ir por su cuenta. Se autofinanciaba jugando campeonatos por equipos en Italia, Francia, Alemania y España, y se convirtió en su propio entrenador. Fue soltar lastre de la presión y su tenis mejoró hasta el 200 de la ATP, llegando a jugar previas de todos los Grand Slams y hacer última de previa en el US Open.
Como entrenador le sigue gustando mucho la competición, viajar, el día a día de los torneos… Del TEC le atrajo, sobre todo, el gran nivel de todos los jugadores y jugadoras. El aliciente de sus entrenamientos es la mejora continua y en ellos, la concentración, el esfuerzo y el respeto son innegociables. Ahora valora también la vertiente de justicia social del TEC y se pregunta cómo no se había percatado antes de que podía y debía ayudar.