Nació en Lugo rodeada de animales, así que su pasión por ellos es innata. También su sensibilización por las causas sociales, que fue creciendo al ver a su madre ejerciendo de enfermera voluntaria para la Cruz Roja. Empezó siendo animalista perruna y, poco a poco, se fue interesando por todos los animales. Cuando fue al circo por primera vez ya se dio cuenta de que había algo disfuncional y no entendía la presencia de látigos y animales sumisos. A partir de ese día, declinó cualquier invitación al circo o al zoo.
Mientras estudiaba Derecho en Santiago de Compostela, empezó su activismo en la protectora de animales y después lo desplegó hacia otras causas como el acompañamiento a refugiados, un banco de alimentos, redactando enmiendas de reformas legislativas o promoviendo alguna ILP. Gracias a unas prácticas en la Federación Europea de Veterinarios vivió cuatro meses en Bruselas, donde iba al parlamento europeo a escuchar debates sobre bienestar animal e incluso conoció a los protagonistas del documental Cowspiracy.
Se trasladó a Barcelona para estudiar el Máster en Derecho animal y Sociedad, y el Máster de Profesorado, porque en la Fundación Franz Weber donde trabajó seis años se dio cuenta de que le gustaba impartir clases sobre protección animal, medio ambiente, cultura de paz y no violencia, convivencia responsable y derechos sociales. Le resulta muy motivante hacerlo ahora con jóvenes con una plataforma tan relevante como el tenis y aspira a influenciarles de forma tan positiva, como los profesores que se recuerdan siempre.