Siguiendo los pasos y saltos de su hermana, empezó a practicar gimnasia artística hasta que se encontró demasiado solo y lo cambió por el básquet, donde hizo un grupillo de amigos que todavía conserva. Lo que más le gusta del baloncesto es el trabajo en equipo, los buenos hábitos que estimula y los valores que pone en juego. Son los mismos que reconoce en el TEC y que aprendió de pequeño, en el cau al que se apuntó cuando en Ribes de Freser descubrió que le encantaba la naturaleza. Aún recuerda cuando, con su agrupación escolta, ayudó a pintar la casa de una familia peruana que vivía una situación de exclusión social en Ciutat Vella.
A los 15 años empezó los cursos para ser entrenador de la Federació Catalana de Basquetbol y desde los 17 entrena a equipos infantiles. También colabora con la FCBQ como parte del Programa de Detección y Perfeccionamiento en edades tempranas. Le gusta aprender y estudió el Grado en Gestión Deportiva en la Universitat Ramon Llull, mientras el básquet acaparaba casi todo su tiempo libre. Desde la adolescencia es un asiduo de la pista de streetbasket, al estilo neoyorkino, que hay en Vallcarca. Allí ha aprendido a no hacer distinciones, porque el baloncesto callejero le ha demostrado que el deporte es una herramienta de inclusión social. Gracias a que habla por los codos, fue el boca-oreja lo que le llevó hasta su posición en el TEC, donde dinamiza y resuelve temas de logística, mantenimiento y organización.