Cuando con 18 años le veían correr por la montaña, espigado y con la capucha, a menudo le confundían con Kilian Jornet. Le gustaba esa comparación por la calidad deportiva de Jornet y los proyectos de conservación del entorno que promueve. Como él, es un amante de la montaña porque a los seis meses sus padres ya lo llevaban de excursión y, en su familia, el deporte es un estilo de vida que tiene que ver con espabilarse, desarrollar autonomía y asumir responsabilidades como llevar la propia mochila desde pequeño. Fue así como empezó a apasionarle el ejercicio físico y a practicar varios deportes hasta que, jugando a futbol, se lesionó los ligamientos cruzados. Estudió el doble grado de Ciencias de la Actividad Física y el Deporte (CAFD) y Fisioterapia, y empezó a vincularse con el TEC cuando trabajaba en Global Performance, donde preparaba a deportistas de alto rendimiento.
Se puso a estudiar el mundo del tenis de forma autodidacta y se dio cuenta de que faltaban datos y una metodología estandarizada, así que tiene ganas de aportar en el Método TEC que pretende llenar ese vacío. En pretemporada propone sesiones que combinan trabajo aeróbico y consciencia medioambiental, como cuando retó a los jugadores a recoger el máximo de residuos de plástico en 100 metros de playa. Lamenta que en la montaña se esté perdiendo la buena educación de saludar o ceder el paso, en favor de un postureo poco respetuoso y disociado de los placeres que genera la Biofilia.